Una persona con Alzheimer puede perder el apetito o beber menos agua por diferentes razones.
Existe evidencia de que la enfermedad de alzhéimer puede causar pérdida de peso debido a alteraciones en zonas del cerebro que regulan el metabolismo del cuerpo, también puede estar relacionada con cambios en el apetito y la conducta alimentaria.
Aparición de una nueva enfermedad o condición de salud: los síntomas de un resfriado o de una gripe, o los relacionados con una infección de orina o con un problema de estreñimiento, o experimentar dolor por cualquier condición (dolores musculares, articulares…) pueden generar un estado de inapetencia.
Efectos secundarios de los medicamentos: algunos fármacos pueden provocar molestias digestivas o disminución del apetito.
Estado de ánimo ansioso o depresivo: sensación de tristeza o de inquietud puede ser causa de menos ganas de comer.
Problemas bucales: los problemas bucales (desde pérdida de alguna pieza dental, inflamación de las encías o presencia de llagas u otras lesiones) pueden dificultar a la persona la ingesta de alimentos.
Cambios relevantes en las costumbres relacionadas con la alimentación: los cambios de lugar de residencia.
Disminución de los sentidos del olfato y del gusto: estos sentidos son clave en la sensación de apetencia por los alimentos y el propio envejecimiento conlleva cambios en estos sentidos.
No reconocer los alimentos o los utensilios relacionados: debido a los problemas cognitivos que presenta (como la agnosia), la persona con Alzheimer no identifica los alimentos como cosas que se comen. Algunas veces no identifica adecuadamente los elementos acompañantes (cubiertos, servilleta, etc.) y la forma de usarlos, lo que le puede generar bloqueo por confusión.
Bajo nivel de actividad física: si la persona con Alzheimer está físicamente poco activa a lo largo del día, es fácil que disminuya su sensación de hambre.
Dificultades de comunicación: las personas con deterioro cognitivo no son capaces de transmitir por medios convencionales su sensación de hambre o de falta de ella, o de que cierta comida no es de su agrado. Tal vez rechacen comer o echen fuera de su boca los alimentos.
Problemas de deglución: en fases avanzadas de la enfermedad de Alzheimer suelen aparecer problemas para tragar adecuadamente los alimentos (disfagia), y ello conlleva la necesidad de realizar cambios en la forma de presentación de los alimentos (cambios en la textura, triturados, líquidos con espesante y, eventualmente, precisar plantearse la necesidad de alimentación artificial).
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